Desde hace unos años, nuestra sociedad ha experimentado nuevas formas de trabajar y de vivir. En el ámbito laboral, el teletrabajo ha registrado un gran empuje, así como los espacios colaborativos de trabajo, también conocidos como coworking. En esta misma línea, la oportunidad de trabajar a distancia y la necesidad de vivir en las grandes ciudades está generando una nueva tendencia: el ‘coliving’.
¿Qué es el coliving?
El ‘coliving’ se define como un modelo residencial comunitario que posee grandes similitudes con el coworking.
Es un tipo de comunidad intencional enfocado a gente joven con el objetivo de agrupar a emprendedores y creativos en un mismo edificio para que compartan espacios y fomenten su desarrollo profesional.
Por ejemplo, algunas de estas comunidades aportan espacios de coworking, bibliotecas o incluso gimnasios.
Espacios necesarios para generar valor en la residencia y ofrecer sentido de comunidad.
Sin embargo, la mayor peculiaridad de esta tendencia es que está pensado para cortos períodos de tiempo, por lo que los jóvenes que habitan en ella suelen hacerlo en situación de arrendamiento.
Se trata de una tendencia que no es pasajera y que predominará los próximos años.
Una clara referencia la encontramos en Cataluña, dónde recientemente se ha regulado una modalidad de vivienda similar que recibe el nombre de ‘co-vivienda’.
En ella, se fomenta el uso de espacios compartidos junto con los privativos para aumentar los metros cuadrados habitables que exige la ley.
No obstante, en estos espacios no solo tienen cabida los jóvenes o trabajadores “de paso”, sino también otros colectivos, como gente mayor que tiene necesidad de sociabilizar.
La adaptación del modelo al ordenamiento jurídico
Aunque el coliving sea una tendencia en el mercado inmobiliario cada vez más presente, todavía no tiene un encaje adecuado en el ordenamiento jurídico español.
Un ejemplo de ello es que este formato no tiene cabida en la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), ya que su objeto de regulación son fincas urbanas destinadas a vivienda de carácter permanente.
“La naturaleza del ‘coliving’ lleva aparejado el ofrecimiento de servicios de diversa naturaleza que son ajenos a la pura relación residencial, como la lavandería o el catering”, explica José Méndez, abogado y socio director de Méndez Lit.
“Si a la prestación de estancia residencial le añadimos cualquiera de estos servicios, nos encontraremos ante un hospedaje, por lo que su regulación sería turística, cuyo ámbito pertenece íntegramente al territorio administrativo”, señala.
José Méndez, abogado y socio director de Méndez Lit
Por ello, para evitar esta situación, una de las soluciones encontradas desde el sector es la de una estructura bicéfala, en la que una sociedad ofrece la prestación residencial, mientras que otra presta los servicios accesorios.
De esta manera, se “huye” de la regulación turística, sus implicaciones fiscales y la mayor presión regulatoria administrativa.
La ampliación del coliving en el mercado europeo
Desde la aparición de este tipo de inmuebles en Silicon Valley, la cuna de la innovación tecnológica mundial, en cuestión de pocos años se ha normalizado el uso de estos espacios entre las personas que van a pasar un período determinado en la ciudad.
Según el estudio Covid19/Impacto en el sector inmobiliario, realizado por el Urban Land Institute, este tipo de espacios de vivienda compartida suponen una vía de escape para la situación que tienen los jóvenes en la actualidad para encontrar una casa.
De hecho, según la consultora Cushman & Wakefield, la ocupación media de estos hogares es del 60% y espera que en los próximos 10 años el potencial del mercado de la vivienda compartida supere los 550.000 millones en toda Europa.
Por ello, las empresas del sector inmobiliario apuestan cada vez más por este tipo de viviendas en el mercado.
Un claro ejemplo de ello es el grupo italiano DoveVivo, la mayor empresa de coliving de Europa, que a mediados de abril aterrizó en España con la apertura de un edificio en pleno centro de Madrid dedicado al alquiler de viviendas.